Textos
David Delgado Sola
Señales de humo, lejos la mar, desde la costa interior sedimentos bajo la flotación, ciudades emergen sus túmulos: altares columnas, ánforas siniestras, evocadas ceremonias desde el fondo invisible: funeraria memoria.
Edificios en la jungla, emboscados, selva negra de Heiddeger encarado por Celan; cabras, ovejas que huelen respiraderos y cyclon ahumado, cenizas de ambiente, huecos sobre la piedra, indicios grutas, catedrales on the road, asideros caníbales, pozas sin fondo, de verdad sin resquemor, sin acritud hacía los míos, allá esa sonrisa etrusca.
Aterrizajes señales de object trouvé molto facile ma la combinasione mama terra germina desde paredes porosas y nostalgia branquias: pez pájaro, túmulos tímidos.
Planicies adosadas al tabique, colindante en la medianera, lo mientras tanto cansa y determina la comuna; remonta el amarillo y la mente acebuche cambia de color: barcos ojos montaña.
Un velo de ambiente sobre los golfos.
Artificios en los Alcores, falla móvil, vasos volátiles de Oriente, entre la luna y la transición: oraciones, recovecos, virgen elevada y refugios de alimañas.
El sueño indeciso de la primavera.
Humboldt de albero verde terror de estrellas inauditas, a veces imperturbables, esa naturalidad que todo círculo encubre soporta estigmas hacia el interior y nadie se atreviera a perseguirlos; libertxs en una historia de fina piel, ay la innombrable, esa isla todxs negrxs, llámese Ja- ití.
Amaestradas en las sombras entre cartones amamantada, cae la gota sobre la piedra: encerrarse en una ilusión sobre una marisma de palabras, miradas ojos movimientos, qué ciegos quieren porvenir entre las fisuras: la rueda nocturna de las estrellas, el afuera sin horizonte.
Acaparan canteras como si el universo fuera finito, edifican columnas como si los fugaces fueran diosas de la penumbra, asisten trémulos a las bestias de la incertidumbre, saben y no quieren adentrarse por aquello del fango, y en la inmundicia, ¿importa acaso los huesos y fósiles que se vislumbran?
Importan saberes diversos entre las rutas de punta a cabo emanan creencias satisfechas en sus cumbres en sus alardes. Toda una ética de mínimos, en la precaria e intemperie fatua.
Sobre la matriz de todas las cosas Foucault estaba confundido y animare a encontrarnos en esos lastres que llevan al desvarío, quién no quisiera verse envuelto de teselas y lino, quiénes en la sombra no se arropan, esos sujetos que hilan los cuentos que esta memoria no alcanza: vamos ebrios al encuentro como si una ola gigante nombrara.
Antes de nacer los minerales vuelven al agua, dixit Battiato, sonido de campanas irresistibles que invitan a la plegaria de la tarde.
Desde la voz desnuda una urraca mira un naranjo machadiano y anochecía, esos que aman la luz, como olas nos envuelven, fuentes tentaciones, viva la juventud, vivir es un don, los bares cerraban compraban el sexo, qué te ha dado Boukowski, ambiente sensacional los domingos por la tarde en la Alameda, obreros y sirvientes y chavalería se divierten; lo que vaya a pasar pasará porque ya ha pasado: eri come…Heráclito y sus efebos: Rimbaud lo que no sabemos es tal vez terrible, lo sabremos, en Abisinia.
Pasajes obstruidos, antiguas formas de construcción, y transformaciones de dío. Paisajes obturados, circuncidados que salpican en su eclosión, atentos al ojo, esa historia sin desenterrar, ese dron cree verlo todo en una pantalla térmica, muchos naranjas confundidos con amarillos. Orwell polemiza con Chomsky, se ríen de las trampas sociales, vietnamitas máquinas de propaganda.
Cantera de esclavos cubiertos de rebeldía, albero pezuñas con cuernos y toques flamencos, sobre la ley romana los depredadores gusanos que fosilizan una disidencia.
David López Panea, pintor ultra trans alcor, se mira sobre el horizonte de la campiña sevillaní y nos recuerda los restos orfebres de una deriva incierta y hecha añicos.